1 oct 2007

Diario de nuestro Viaje a Perú Junio 03

Este fue uno de nuestros viajes más soñados, quizás porque los dos siempre habíamos querido pasear por Machu Pichu y conocer de cerca la cultura Inca... Lo preparamos con tiempo, pero eso si, todo fue en plan mochilero y lo único que teníamos reservado era el billete de avión, el hostal de Lima (nuestra primera parada) y las excursiones al lago Titicaca y a Machu Pichu (para acceder a estas ruinas hay que pedir un permiso con antelación).

Salimos de Barajas rumbo Lima con escala en Caracas. Respecto al viaje decir, que no recomendamos para nada el volar con Air Europa para un vuelo de estas características. El avión es muy pequeño para todos los pasajeros que van, las azafatas fueron unas maleducadas incompetentes, no te dan ni cascos (los venden) y con las horas que dura el vuelo, apenas si nos dieron nada para beber al no ser que lo compraras, pero bueno.

Llegamos de noche a Lima. Para cruzar la aduana el sistema que usan es de lo más curioso, pulsas un botón en plan semáforo, y si se pone rojo te miran el equipaje, sino pasas y no miran nada. Buff tuvimos suerte y se puso verde ;-) A la salida del aeropuerto nos estaba esperando un señor del hostal que nos llevo en coche hasta él, lo cual después de todas las horas que llevas de viaje y que estás descolocado, se agradece mucho.

En Lima nos alojamos en el Hostal Pukara que está en la zona de Miraflores (http://www.hostalpukara.com.pe/), es un hostal sin grandes pretensiones pero limpio, en un barrio tranquilo y la gente fue muy amable con nosotros. De hecho, allí nos presentaron a un señor de una agencia de viajes que nos hizó un precio muy barato y con el que dejamos cerrado todas nuestras estancias en Puno y Cuzco.

Pese a que la mayoría de la gente tiende a evitar Lima, a nosotros fue una ciudad que nos trato muy bien y que nos pareció con encanto y digna de ser visitada. También es cierto que tuvimos la oportunidad de conocerla desde dentro ya que teníamos un amigo allí y después en Puno nos hicimos otro amigo limeño que nos enseñaron la Lima profunda y la vida real de la ciudad.

Lo más destacado de ver en Lima es:

- el cambio de Guardia en el Palacio del Gobernador que está en la Plaza de Armas. Es bastante curioso porque se lo toman muy en serio.

- la Catedral que también está en la Plaza de Armas, y que nos pareció más similar a un palacio.

- el Monasterio de San Francisco, que tiene catacumbas.

- las calles cercanas a la Plaza de Armas que tienen antiguas casonas y unas balconadas de madera preciosas, la pena es que estén tan mal conservadas.

- el Museo del Oro, que está a las afueras. Arriba está el Museo de Armas, y el del Oro en el sótano en una cámara acorazada, lo cual es normal porque tiene verdaderas joyas, tanto de arte y valor arqueológico como de piedras preciosas y oro.

Un barrio que nos pareció encantador fue Barranco, que aunque no es muy turístico nos pareció más seguro de lo que la gente decía. Es un barrio lleno de vida y colorido, cuyas casas son de estilo colonial. Allí está el Puente de los Suspiros que es un sitio muy frecuentado por parejas a pasear, ya que es muy romántico. Y bajando sus calles, llegas a la playa. Qué ilusión poder tocar el agua del Pacífico! En Barranco, cenamos en el restaurante Jover donde pedimos unos anticuchos de pollo y unos picarones deliciosos. Y paseando por sus calles, cerca de la zona que da al mar, hay un bar donde nos pedimos unos cócteles viendo el mar... realmente idílico, era como sentirse en una peli romántica...

Desde Lima, cogimos un vuelo nacional para llegar a Juliaca y desde allí en combi hasta Puno. Es conveniente que antes de llegar a esa zona de Perú, se tomen pastillas especiales para el soroche o mal de altura (coramina glucosa). Puno es la ciudad principal lado del Lago Titicaca y allí hacía bastante más frío! En Puno nos alojamos en el Hostal Maria Angola que es un sitio limpio, tranquilo, con un recibidor de madera tallada impresionante y donde el dueño nos trato fenomenal.

Nada más llegar al hostal, nos dieron un mate de coca para combatir el mal de altura, que parece que no pero se nota bastante (a nosotros nos afecto bastante el soroche, con dolor de cabeza y opresión en el pecho). Comimos en el Restaurante la Casona donde el anticucho de pejerrey y el pollo a la casona estaban muy ricos. Y con el estómago lleno paseamos por sus calles que se notaban agitadas por la revuelta que hubo esos días por el salario de los profesores (unos 200$). Lo más relevante de visitar es la Plaza de Armas, la Catedral, la Virgen de la Candelaria y un Arco arriba de Puno. Puno cuenta con un mercado de artesanía donde se encuentran muchos tejidos de alpahaca.

Puno sobre todo es relevante a nivel turístico porque desde allí parten las excursiones al Lago Titicaca. Nosotros hicimos la excursión con Allways Travel pero en Puno hay muchísimas agencias que lo hacen. Tras coger el barco en Puno, fuimos por el lago. La primera parada es en una de las Islas de los Uros, que son islas flotantes hechas de totora (una especie de juncos que crecen en el lago). Allí aunque están muy acostumbrados al turismo, ya que viven sobre todo de vender souvenirs, puedes hacerte una idea del estilo de vida de sus habitantes y montarte en una barca de totora para que te lleven de una isla a otra.

La siguiente parada fue en Amantani, que es otra isla donde pasaríamos la noche en una familia de acogida (totalmente recomendable la experiencia!) . La mayoría de la gente de esta isla habla en quechua y es una isla muy pobre, con escasa vegetación, muy rocosa, sin caminos y donde las gentes viven mejor gracias al turismo que va allí a dormir con ellos. A nosotros nos acogio una familia de 5 personas, los padres eran Justiniano y Teófila y luego tenían 5 hijos (uno en Lima). Era muy curioso hablar con ellos, porque para ellos era incomprensible que nosotros con 26 y 31 años no estuvieramos casados ni tuvieramos hijos! Allí a aparte de enseñarte la casa, y darte un sitio donde dormir (el colchón era de totora), también te dan de comer y es ahí donde más se nota que es una isla pobre ya que la comida es a base de raíces tipo patatas y eso que cuando tienen turistas comen mejor de lo normal.

En Amantani hay un templo a la Pachamama en lo alto de la montaña, y el subir hasta allí ha sido una de nuestras experiencias más dolorosas, porque aunque no está especialmente alto, el mal de altura hace que parezca que te vaya a explotar el corazón! Pero el ascenso merece la pena, tanto por las ruinas como por el paisaje del lago que se ve desde allí. Y por la noche la gente de la isla, celebra una fiesta para que los turistas veamos sus bailes típicos y donde las familias de acogida nos visten con sus ropas tradicionales. Fue muy divertido aunque cansadísimo bailar con el soroche, pero bueno.

Al día siguiente, tras decir adiós a nuestros anfitriones, partimos en barco hasta Taquile que es otra de las islas más importantes del Titicaca peruano. Taquile debe su nombre a un señor español que compró la isla hace siglos, lo que hizó que sus antiguos pobladores (aimaras) huyeran a las islas de los Uros, por lo que trajó a quechuas a los que hizó vestirse según las diretrices de moda españolas, vestimenta que aún hoy conservan y por lo que atrae a tantos turistas. Es una isla mucho más rica que Amantani y donde se nota claramente que viven mejor. Allí comemos en un restaurante local y ya estamos listos para bajar las 400 escaleras que hay hasta nuestro barco y que nos llevará de vuelta a Puno.

De vuelta en Puno, visitamos junto con nuestro nuevo amigo limeño la ciudad. Lo que es muy recomendable es coger un taxi que te lleve hasta el Mirador de Huajsapata, donde hay una estatua de Manco Capac (la leyenda dice que él y Mamac Olloc surgieron del Lago Titicaca y desde allí fundaron el imperio Inca). Las vistas del lago desde allí son impresionantes.

Desde Puno hicimos también otra excursión de una tarde a las ruinas de Sillustanni, que es casi una isla rodeada por un lago donde los chollas (pueblo pre-incaico) construyeron "chulpas" que es un monumento funerario en forma de torre cilíndrica. Después de esta excursión que dejo un poco que desear por el guía (daba más información en inglés que en castellano y daba por ciertas teorías poco fiables), fuimos con nuestro nuevo amigo al hotel la Posada del Inca (es de lujo) para ver el Barco Yavari que es uno de los dos barcos cañoneros que mando llevar el gobierno peruano en el siglo XVIII al Lago Titicaca pero que nunca llegaron a usarse y que ahora es propiedad de una fundación. En la Posada del Inca nos tomamos un pisco sour y una algarrobina (cócteles) que estaban buenísimos.

Desde Puno, fuimos a Cuzco con el autobús turístico First Class. Es un autobús sólo para turistas y la verdad que eran unos turistas muy diferentes a nosotros que íbamos en plan mochilero, pero si lo cogimos fue porque durante el trayecto hacia paradas para ver sitios y eso nos atraía mucho. Es un trayecto de 7 horas el que te lleva "al ombligo del mundo" según dirían los Incas. Las vistas del altiplano andino te hace ser consciente de lo duro que debe ser la vida en este rincón del mundo, ya que no tiene sembrados y está prácticamente despoblado.

La primera parada, fue en el pueblecito de Pukara donde visitamos su Museo Arqueológico con restos de la Cultura Pucara que se hallaba en las montañas, lo más relevante es la figura en piedra del Gran Degollador. La siguiente parada fue cerca de la Cordillera Andina que estaba nevada, en La Raya que está al límite entre las provincias de Puno y Cuzco, y donde tenían una serie de puestecillos para turistas. Y de allí a Sicuani donde comimos en un hotel, y de nuevo al autobús hasta Raqchi que es donde se halla el famoso templo de Viracocha o templo del sol, construido por Pachacatec. Es un templo que nos sorprendió ya que es todo de adobe, en lugar de piedra que es lo que sueles asociar a la cultura Inca. El complejo constaba del templo, de varias casas para sus sacerdotes y las vírgenes del sol, y varios graneros circulares donde guardaban los alimentos.

Desde Raqchi se ingresa ya en el valle de Cuzco, donde sus casas, campos y gentes se ven más ricas, está al lado del río sagrado de los Incas, el Ullubamba. La última parada fue en el pueblecito colonial de Andahuaylillas que tiene una iglesia sorprendente, está toda ella pintada por lo que popularmente se la conoce como la Capilla Sixtina (sitio totalmente recomendable de visitar).

Y así llegamos a Cuzco, donde nos alojamos en el Hotel Conquistador que aunque se notaba que era un hotel venido a menos, estaba limpio y sobre todo fenomenalmente ubicado, justo al lado de la Plaza de Armas.

Cuzco es una ciudad impresionante, quizás de las más bonitas que hemos visitado. Su Plaza de Armas es única y es de las más hermosas que pueda existir en el mundo. Nuestro primer contacto con ella fue de noche, y fue como estar en un sueño... toda iluminada, con la Catedral, la Iglesia de la Compañía, sus soportales y balcones... increíble!

El primer día lo aprovechamos para conocer Cuzco. Cuando estábamos buscando la famosa Piedra de los Doce Angulos, nos salió al paso un chiquillo que nos hizó durante un rato de improvisado guía (a cambio claro está de una propina). Esta piedra, se halla en una calle estrecha saliendo de la izquierda de la catedral y pertenece a la base de un antiguo palacio inca. Nuestro guía nos mostró en el lateral del edificio la figura de un puma formada por un conjunto de piedras. Lo que resulta totalmente increíble, es la precisión con la que labraban las piedras y como las unían sin argamasa. Desde allí nuestro improvisado guía, nos condujó hasta la Iglesia de San Blas que aunque por fuera no dice nada, el interior es muy interesante, sobre todo el púlpito tallado en madera que según la leyenda realizó un indio por haberle curado de una grave enfermedad. El chiquillo también nos llevó al museo de un alfarero local llamado Mentivil que es famoso por sus Vírgenes de cuello alargado. Y de vuelta a la plaza de San Blas que es totalmente colorista, con un pequeño mercado y una fuente de 49 caños.

Y tras callejear, decidimos visitar dos de los museos más importantes de Cuzco: el de Arte Religioso que está en la casa del Arzobispo de Cuzco y el Museo Inka que es muy didáctico y te muestra las diferentes culturas que poblaban Perú antes de los Incas. También es digno de visitar el Convento de Santa Catalina, cuyas monjas son de clausura y cuentan con valiosas pinturas.

El primer día comimos en un restaurante que estaba en las balconadas de la Plaza de Armas, donde la comida estaba bastante buen, pero además las vistas eran increíbles... Y con el estómago contento, fuimos por la Avda del Sol hasta el Convento de Santo Domingo que fue construido por los españoles sobre el antiguo Templo del Sol Inca aprovechando sus muros. Es una combinación de dos formas de vida, de dos religiones. En el claustro del Convento aún permanencen en pie restos del templo y en el lateral izquierdo había unas estancias dedicadas a las estrellas y a la luna. En el lado opuesto, hay estancias dedicadas al viento y al relámpago. Abajo hay un museo subterráneo donde te explican cómo debía ser el Coricancha (Templo del Sol) y maquetas.

Desde allí fuimos al Convento de la Merced, que tiene un claustro muy bonito y donde se aprecia la importancia económica de la orden Mercedaria en los pilares y piedras usados. Allí esta la Capilla del padre San Pedro Nolasco, que es subterránea y que está totalmente decorada con frescos en las paredes de temática cotidiana y religiosa. Al lado del Convento, se encuentra la Iglesia de la Merced.

Cerca de allí está la Iglesia de la Compañía de Jesús, su fachada rivaliza con la de la Catedral (es especialmente preciosa por la noche). Por dentro también es muy bonita con un retablo en el altar mayor de estilo barroco y de pan de oro, así como su púlpito ricamente decorado.

Esa tarde al ser ya tarde para seguir viendo cosas por la hora, decidimos ir paseando en busca de la Iglesia de Santa Clara, y así nos encontramos con un mercado muy grande totalmente autóctono (eramos los únicos turistas), y un poco más allá vimos la modesta Iglesia de San Pedro. Si bien de vuelta al centro de Cuzco, nos detuvimos más tiempo en el mercado, experiencia totalmente recomendable porque es ver por dentro la vida de esta ciudad y de estas gentes.

Cenamos en la Calle de Procuradores que está llena de restaruantes baratos y también de cocina más occidental. Después antes de regresar al hotel, nos tomamos un café con leche y un panqueque (tipo creppé) en Trotamundos que era un bar muy acogedor y con un ambiente que invitaba a la conversación y al relax.

Al día siguiente nos levantamos a las 4.30h ya que venía el de la agencia para empezar nuestra aventura en Machu Pichu. Nos llevé en coche hasta Urubamba, lugar donde cogimos el tren hasta el km 104 para empezar desde ese punto el Camino del Inca. En ese punto, nos estaba esperando ya nuestro guía personal Alberto, la verdad es que fue un lujo tenerlo sólo para nosotros dos. En el km 104 tienen como una especie de campamento, y allí nos dimos la crema solar y el antimosquitos para empezar nuestra caminata.

Casi nada más empezar, hicimos nuestra 1ª parada para contemplar las ruinas de un control y un granero, ya que en la cultura Inca su base económica era la agricultura. Las casas estaban si cerrar las cuatro paredes ya que se dejaba una abierto para que todas estuvieran comunicadas entre sí. Y ahora sí que empezamos nuestra caminata, la cual bastante dura entre la pendiente y que casi todo eran escaleras.

Desde el camino, pudimos ver el Monte nevado del Verónica que es uno de los más altos de la zona y la Central hidraúlica al lado del río, la cual tiene vecinas un conjunto de terrazas incaicas. La ascensión de Wiñay Wayna fue bastante dura, sobre todo por las escaleras. Si bien en las paradas que realizábamos, nuestro guía nos contaba cosas sobre la fauna, flora y las ruinas. Antes de llegar al Wiñay Wayna, paramos en una catarata para refrescarnos.

Las ruinas de Wiñay Wayna son bastante impresionantes. Están en la falda de la montaña y cuentan con numerosas terrazas cóncavas para dar un mayor aprovechamiento agrícola. Además era también un centro religioso por lo que tiene varias casas.

Arriba está el albergue donde hicimos la parada para comer y reponer fuerzas. El tramo desde allí a Machu Pichu fue más sencillo, y salvo por las escaleras pendientes para subir al Inti Punku (que practicámente subimos a cuatro patas), todo fue más llevadero. Eso si, una vez que llegas al Inti Punku o puerta del Sol, das por merecidos todos los dolores ya que desde allí la vista de la ciudadela Sagrada de los Inca, simplemente es impresionante...

Ese primer día sólo visitamos la Casa del Guardia, el resto sería para el segundo día. Desde Machu Pichu, cogimos el autobús que lleva a Aguascalientes que es donde teníamos nuestro hotel. Y allí tras una ducha revitalizante y una sabrosa cena, a descansar con los sueños puestos en Machu Pichu...

Nos levantamos a las 5.30h para tomar junto con nuestro guía el primer autobús que subía a Machu Pichu, para poder ver el amanecer y ver las ruinas sin el mogollón de turistas. El recorrido en bus dura unos 30m y es un camino lleno de curvas en ascensión, el autobús te deja justo al lado del control de entrada.

Comenzamos la visita desde arriba, desde la llamada Casa del Guardia, que se supone que era un punto central de acceso a la ciudadela, de ahí su nombre. Desde allí las vistas eran espectaculares! El ver como de entre la niebla, surgía poco a poco la ciudad mágica gracias a los rayos del sol que iban luchando con las nubes por mostrar toda la ciudadela en su mayor esplendor, hace que uno se sienta en el Paraíso y sin poder decir ni mu.

Nuestro guía nos explico que Machu Pichu es el nombre del monte que está en dirección sur a las ruinas, ya que el verdadero nombre de la ciudadela no se conoce. Machu Pichu significa "Monte Viejo", y el monte que sale en todas las fotos es el Wayna Pichu o "Monte Joven".

Bajamos desde la Casa del Guardián hacia el interior de la ciudadela. El guía nos iba explicando los altares, los dioses, la comunión con la naturaleza... Cerca de la Casa del Guardián hay un gran altar labrado en piedra con forma escalonada, en el que solían hacer ofrendas antes de ingresar a la ciudadela la gente que llegaba por el Camino del Inca. Una de esas ofrendas era hacer un montón de tres piedras.

Ya dentro de la ciudadela, visitamos uno de los sectores agrícolas. Se cree que toda la población de Machu Pichu eran gente de la élite social: agricultores diestros que estudiaban nuevos cultivos, gente de la administración, astrólogos, estudiosos de la naturaleza, sacerdotes, sacerdotisas...

El sector agrícola aprovechaba cualquier terreno cultivable para crear microclimas donde plantar distintas variedades de cultivos, los más resistentes en la cima y los menos en la base de la montaña. También tenían canalizado su riego y las terrazas conectadas por escaleras flotantes. Las paredes de las casas de esta zona, son más sencillas y sus techos son de paja.

Ya en la zona religiosa y administrativa, visitamos varios templos y casas. Los Templos dedicados al sol y al agua estaban juntos. En el templo del Sol se atrapaba la luz solar en los solsticios, ya que entraba por dos ventanas y se reflejaba en el altar central. Se cree que por la cercanía de ambos templos, también intentaban rendir honores al Arcoiris.

También hay recintos para sacerdotes, templos de las vírgenes y casas de las ñuscas (princesas incas), todas estas construcciones están mucho mejor labradas y sus piedras encajan a la perfección.

Un poco más abajo, se encuentra el Templo del Cóndor, dios de las alturas, de la espiritualidad y del conocimiento.Ahí fue donde nuestro guía dio por terminado sus servicios. Nos recomendó visitar la cima del Wayna Pichu, ir hasta el Puente Inca o quedarnos en plan tranqui por las ruinas. Y eso último fue lo que hicimos, quedarnos disfrutando de las maravillosas vistas y ver a las llamas paseando a sus anchas.

Sobre el mediodía decidimos bajar a Aguascalientes para comer sin prisas antes de que saliera nuestro tren de regreso. Comimos una pizza al lado de la vía que cruza el pueblo, viendo el ir y venir de la gente y del "chismoso" (es una pequeña locomotora que avisa de cuando viene un tren). El tren nos llevó hasta Ollataytambo que es donde nos esperaba el de la agencia. El recorrido es precioso entre montañas y continuas caídas de agua y vegetación.

Nuestra sorpresa fue cuando al llegar a Ollataytambo el de la agencia nos dijó que de la estación a su coche iríamos en tricimoto (increíble pero pudo con los tres), ya que era la fiesta de Pentecostés y no pudo pasar por el pueblo. El viaje hasta Cuzco fue una verdadera aventura porque el de la agencia conducía realmente mal y vimos como peligraba nuestra vida en más de una ocasión con sus temerarios adelantamientos.

Pero al final llegamos sanos y salvos a Cuzco, gracias quizás a los Apus protectores. Y tras una cenita rápida, a la cama que necesitábamos descansar y recuperar fuerzas.

Al día siguiente nos esperaba otra excursión, en este caso al Valle Sagrado. Nuestro guía en esta ocasión se llamaba Walter y era muy gracioso, si bien daba explicaciones muy buenas. La primera parada fue en un mercado artesanal donde no pudimos evitar la tentación, y terminamos comprando mediante regateos un ajedrez de españoles contra incas. Después de subir al autobús, paramos en un mirador para tener una vista panorámica del Valle Sagrado, donde principalmente se cultiva la variedad de la cebada con la que se hace la rica cerveza Cuzqueña.

La siguiente parada fue en el mercado tradicional de Pisac. Es un pueblo bastante pintoresco, donde colocan telas azul, amarillas o rojas en las fachadas de las casas para saber que ahí se vende la tradicional y sagrada "chicha" (maíz fermentado). Después de un tiempo libre por el mercado, subimos a visitar su complejo arqueológico. Y curiosamente nos tocó subir escaleras... pero Perú sin escaleras sería inconcebible para nosotros !

En Pisac hay como cuatro apartados: las terrazas con forma cóncava y convexa orientadas hacia los solsticios de modo que su agricultura fuera mejor, las casas para los agrónomos, las casas donde se criaban cuys y la zona sagradas con el Templo del Sol, que fue lo que visitamos. El Templo cuenta con un altar que está orientado hacia los cuatro puntos cardinales. Lo que es también significativo, es que en la montaña de enfrente se han hallado varias momias por lo que debió ser un lugar muy sagrado.

Y tras Pisac, nos montamos en el bus camino de Urubamba donde comeríamos en un restaurante de buffet. Y de allí a Ollataytambo, lugar llamado así poque fue donde se retiró Ollanta, un general inca que se enamoró de la hija del Inca el cual desaprobaba dicho amor. Este pueblo es de los que mejor conservan el modelo incaico en sus calles y casas. Las ruinas constituyen una fortaleza, si bien en su parte superior había un Templo al Sol. Para variar hay que subir muchas escaleras. Lo más destacado de este complejo arqueológico son el tamaño colosal de sus piedras y los baños de la princesa.

Desde allí nuestra última parada fue en el pequeño pueblecito de Chinchero, donde destaca su iglesia construida sobre ruinas incas y que está repleta de pinturas. Y de ahí a Cuzco, a cenar y a descansar.

El siguiente día aprovechamos la mañana que teníamos libre para visitar la Casa - Museo de Garcilaso de la Vega, la cual es una casa colonial impresionante . Y de allí a la Iglesia de Santo Domingo, que es otra iglesia preciosa como todas las de Cuzco. Y a comer a la calle Procuradores algo ligerito que por la tarde teníamos el City Tour, donde casualidades del destino, tuvimos de nuevo a Walter de guía.

Lo primero en visitar fue la Catedral, hablar de ella resulta imposible ya que toda ella es una joya de arte. Al lado está la pequeña Iglesia de Jesún y María, y a través de ella se accede a la Catedral. La Catedral está repleta de pinturas de la escuela cuzqueña, por lo que en varios cuadros se nota la influencia andina. El cuadro más destacado es el del Señor de los Temblores, quien dicen que paró el terremoto del 1650 cuando lo sacaron en procesión. En el otro lado de la Catedral, se halla la pequeña Iglesia del Triunfo que es la más antigua de la ciudad.

Después de la Catedral, fuimos a visitar Sto Domingo y el Coricancha, momento que aprovechamos nosotros para descansar ya que ya lo habíamos visto. Y de allí nos dirigimos a visitar las colosales ruinas de Sallustani en autobús, que tienen unas piedras de dimensiones colosales, allí es donde se celebra todos los años el Inti Raini. Desde ahí, al laberinto de Quenko donde en la cueva se realizaban sacrificios animales y humanos. Y por último fuimos a ver Tambo Machay que es un complejo de fuentes donde se dice que el bebe 3 sorbos de su agua, obtiene la eterna juventud. Camino de Cuzco, paramos para observar el complejo de Sallustani iluminado y desde allí a Cuzco, donde el cansancio acumulado nos venció.

En nuestra última mañana en Cuzco, paseamos por la zona de San Blas donde hicimos nuestras últimas compras de regalos, y después fuimos a tomarnos una cuzqueña a los balcones del Papillón para deleitarnos por última vez de la Plaza de Armas... Y con todo listo, fuimos a la estación de autobuses donde cogimos un bus de la Cruz del Sur que nos llevaría a Lima en un trayecto de 16h. Sin lugar a dudas, esa sería la única parte del viaje que no repetiríamos y que no recomendamos a nadie, es una paliza de viaje y las carreteras son muy muy malas.

Cuando llegamos a Lima, cogimos un taxi desde la estación hasta nuestro hostal Pukara donde ya habíamos dejado reservada la habitación antes de salir de Lima. Tras descansar un rato y refrescarnos, quedamos con nuestro reciente amigo limeño para conocer algo más de Lima. Comimos unas hamburguesas rápidas en el Bembos que es una cadena peruana de hamburguesas, y listos para la ruta que tenía pensada nuestro amigo.

Al primer sitio que nos llevó fue al Convento de San Francisco, la casa de San Martín de Porres, la de Santa Rosa de Lima. La verdad es que esa tarde vimos tantas iglesias, que ya no recordamos ni sus nombres... pero lo que si se nos quedó muy grabado fue la fe de la gente y lo llenas que estaban todas las iglesias.

La última noche en Lima, aprovechamos para cenar con nuestros amigos de allí y despedirnos de ellos... Ojalá algun día podamos volver a este país tan acogedor y misterioso...


Sobre la comida peruana, decir que es espectacular. Al menos a nosotros nos gusto mucho la comida. Recomendable:

- el ceviche (cuidado con el pimiento, es rocoto y pica muchísimo!)

- los anticuchos, los tradicionales son de corazón pero el de pollo y pejerrey (un tipo de pescado) están deliciosos.

- la palpa rellena (aguacate).

- la carne de alpahaca.

- el cuy asado, aunque nosotros no lo probamos pero nos dijeron que era la especialidad de la zona de Cuzco.

- los picarones, son un tipo de buñuelos dulces.

- el turrón del Perú, que es típico sobre todo en Lima.

Ah! Y no perdáis la oportunidad de comer en un Chifa, que es un restaurante chino pero que han mezclado la comida china con la peruana, y el resultado la verdad es que aunque resulta curioso de ver, es muy bueno!

Bebidas:

- la Inka cola que es el refresco más popular

- la Cerveza Cuzqueña que está muy buena (la negra no)

- el Pisco. Entre los peruanos y los chilenos hay una especie de pugna sobre quienes han sido los inventores de esta bebida, pero la verdad es que no sabemos quien serán, solo que está muy buena con coca cola o en el combinado Pisco Sour.

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