3 abr 2009

Diario de nuestro Viaje a Rumania IV


DIA 6:
La verdad es que ese día agradecimos muchísimo que no hubiese ventanas en la habitación porque así conseguimos dormir mucho mejor... Desayunamos en la habitación los bollos y el zumo que habíamos comprado, y salimos camino de Bran donde se halla el Castillo llamado de Drácula, aunque es mentira pues Vlad Tepes nunca vivió allí...
De camino pasamos por Rasnov que tiene en lo alto una ciudadela medieval, aunque algún lumbreras ha puesto el nombre del pueblo al lado en plan Hollywood y queda fatal pero bueno.
Esa zona se nota que es mucho más turística, estaban construyendo muchísimo! Lo cierto, es que es preciosa con sus montañas y todo verde. Bran con el tema de Drácula es de los sitios más visitados de Rumania (y desde nuestra opinión muy injustamente). El Castillo está en plena piedra en una pequeña montaña, es bonito, pero nos pega más de Drácula el de Hunedoara la verdad.

Dejamos el coche en el parking y nos fuimos al Castillo, la entrada está plagada de souvenirs. A la entrad hay un Museo también de casas como el de Bucarest. Hay que subir unas escaleras, pero al estar rodeadas de árboles hacía muy fresquito y la subida fue bastante placentera. Sacamos la entrada y para adentro.
Este castillo fue construido en el siglo XIII por un caballero Teutónico, después fue usado como punto de control de la ruta comercial y hasta 1920 no fue usado como residencia, es decir, sólo se usó como vivienda por los reyes rumanos tras haber sido siempre lugar para guardiciones, nada de Drácula por ningún sitio!

Según entramos, lo primero que vimos fue la Sala de la Guarnición, donde estaba la guardia del castillo. Después se pasa por varias estancias donde muestran objetos y muebles antiguos, aunque lo que más miedo da son las caras de la princesa de las fotos de principios del siglo XX...

Desde una sala, subimos por una escalera secreta hasta la sala de músca, anda que no tenía escondrijos y recovecos el castillo! La sala de música es muy bonita, con sus muebles antiguos, su piel de oso... tenía que hacer mucho frío allí porque tenían muchísimas estufas de cerámica. Luego están las habitaciones de la reina, el príncipe y el rey (vaya cama) y más salones de diferentes ambientes.
Por último, salimos al patio donde hay un foso y desde donde se ven los mil recovecos que guarda este castillo. Hay una gran puerta de madera, tras la cual estaba el ascensor que el rey rumano mandó poner.

Y sin ver ni un vampiro, bajamos. Echamos un vistazo por los puestecillos, que eran un poco raros, mezcla de souvenirs con cosas de todo a cien, pero bueno hicimos algunas compras para la familia. Y con el coche, intentamos tener una visión más completa del castillo y ya de regreso para Brasov.
Intentamos ver la ciudadela de Rasnov, pero el camino no era muy bueno ni estaba muy bien indicado, así que al final nada. Para volver a Brasov, volvimos por Poiana Brasov que es una de las estaciones de esquí más importantes de Rumania. El paisaje es una pasada, rodeados por árboles altísimos. Cuando llegamos a Poiana Brasov, nos sorprendió la infraestructura hotelera, precioso todo!

Bajando hay unas vistas geniales de Brasov, vista así desde arriba, resulta mucho más sencillo imaginar como debió ser estar ciudad en el medievo. Tratamos de ir a la Ciudadela de Brasov, pero al final lo dejamos por imposible porque no la encontrábamos... Aparcamos al lado de la pensiunea y nos fuimos directos para el centro para conocer mejor esta bonita ciudad.

Echamos un nuevo vistazo a la Piata Sfatului, y entramos a ver la Iglesia Ortodoxa que sigue el modelo de la iglesia ortodoxa griega de Viena.

De ahí fuimos a ver la Iglesia Negra que se llama así porque ese fue su color tras un incendio. Es totalmente alemana, tiene un órgano impresionante con el que dan conciertos, y lo más curioso es que tenía repartidas por la iglesia 119 alfombras orientales antiguas. En unos laterales hay fotos antiguas y de la restauración tras el incendio.

Y desde allí, nos fuimos directos para la Plaza principal donde nos metimos en un KFC a comer, y ya con el estómago lleno y un calor de narices, seguimos visitando la ciudad. Decidimos tratar de hacer la ruta de las torres bastiones y trozos de la muralla que siguen en pie, muy recomendable este paseo! Un tramo es como por el bosque, muy fresquitos y con unas vistas de la ciudad preciosas. Salimos al lado del Parque Central, e intentamos de nuevo de ver la Ciudadela, pero no hubó manera! Y ya con todo más o menos visto, nos fuimos para la pensiunea que hacía muchísimo calor!

Aprovechamos para descansar y relajarnos un poco, y después nos fuimos de nuevo para el centro. Paseamos un rato por las calles peatonales del centro, hay unas casas preciosas. Y no es de extrañar porque en el siglo XVI era la ciudad más grande de Transilvania y el primer foco cultural. Además fue una ciudad sajona, de hecho en el centro sólo podían vivir los sajones, los rumanos vivían fuera de la muralla!

Ese día habíamos pensado cenar en un sitio más chulo, y fuimos al "Cerbul carpatin" (ciervo de los Cárpatos9 que está en la Piata Sfatuliu, pero un desastre! El servicio dejaba bastante que desear y la comida fue bastante justa, qué mala suerte!

De ahí nos fuimos a la calle de las terrazas, buscando un sitio donde ver el partido de fútbol de la Eurocopa, y es que eran las semifinales de España contra Rusia, algo que no se ve todos los días. Estaba casi todo ocupado o reservado, menos mal que al final encontramos una mesa libre. Y súper contentos tras ganar 3-0! Así nos fuimos para la pensiunea a descansar y soñar con la final contra Alemania...


DIA 7:

Dormimos genial y tras recoger nuestros bartulos, desayunar y pagar la Pensiunea, decimos adiós a Brasov para ponernos de nuevo en ruta. Nuestros pasos iban en dirección a Sighisoara que es una ciudad que cuenta con un casco antiguo amurallado que es Patrimonio de la Unesco, allí fue donde nació el famoso Vlad Tepes.

El camino no se nos hizó largo, el paisaje es bonito y los pueblos por los que pasamos parecían alemanes. Cuando llegamos antes de nada, miramos donde dormir. Habíamos reservado en el albergue pero entrar en la Ciudadela con coche era muy difícil porque estaban arreglando todas las calles... así que decidimos buscar otro sitio. Vimos una Pensiunea de paso que se llamaba Julia y que era muy nueva, el señor muy amable nos enseñó las habitaciones y allí nos quedamos. Dejamos las cosas y a visitar la ciudad!

Aparcamos el coche al lado de la Ciudadela, al lado del parking que hay de la oficina de turismo. Qué pasada! La "Turnul cu Ceas" o Torre del Concejo es preciosa. Es la torre del reloj y el símbolo de la ciudad. Es de 1676 y tiene 64m de alto y está rematada por 4 torrecillas. Después se le añadió el carrillón, así como los ladrillos esmaltados de la torre.

Subimos por las escaleras hacia la Torre, que también es ua de las puertas que dan acceso a esta ciudad amurallada. Lo que nos sorprendió para mal, fue ver el estado como de abandono de los edificios y el mal estado de las calles que supuestamente estaban reparando... si estuviera un poco más cuidado, sería la pera!


La Torre del Reloj acoge hoy el Museo de Historia. Justo al lado está la Basílica Manastirei que es también de estilo sajón y muestra alfombras orientales (será algo normal en Transilvania?). Enfrente de la iglesia está la casa donde vivió Vlad Dracul durante unos años, y donde nació su hijo Vlad Tepes. Hoy en día es un bar-restaurante.


Desde ahí fuimos a ver la Piata Cetatii que es la principal y está rodeada de edificios barrocos y renacentistas, el más famoso es el conocido como "Casa del Ciervo".

Y callejeando llegamos hasta la Biserica romana-católica, construida para la comunidad húngara y que tiene justo al lado una torre, la llamada Turnul Cizmarilor. De ahí fuimos hacia la Scara Scolii. De paso vimos el albergue que tiene un restaurante que nos atrajó. La Scara Scolii es una escalera de madera cubierta con 177 escalones, que sube a la parte más alta, donde había una escuela (asi no se mojaban cuando iban al cole) y la Biserica din Deal que es evangelista y tiene al lado el cementerio de los sajones. Y de nuevo para la escalera, justo cuando se ponía a llover... así que probamos su eficacia de no mojarnos...


Fuimos a comer al Youth Hostel donde nos arriesgamos y pedimos cosas típicas cosas de la zona (sin saber muy bien lo que eran...). Alberto pidió sopa de ternera y sármale (rollitos de col rellenos de carne) y María pollo con paprika y patatas. Lo cierto es que todo estuvó muy bueno. Y de postre café y tortitas con chocolate. Recomendable el sitio.

Y desde allí, fuimos a ver el Ayuntamiento de estilo neoclásico francés y que está al lado de la Biserica Manastirei. Nos sentamos un rato en su jardín y decidimos pasear viendo la muralla con las torres y bastiones que conserva, pero el camino no estaba nada bien cuidado así que tras ver las dos torres más relevantes lo dejamos.

Buscamos un supermercado para comprar algo ligero para cenar y desayunar en la pensiunea y antes de irnos para allá, nos tomamos un café tranquilamente en una terraza. Esa tarde la dedicamos a relajarnos y tomarnos un poco de relax, cosa rara en nosotros...

CONTINUARA...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si, probablemente lo sea