Lisboa, la ciudad de las Siete Colinas, nos pareció una ciudad amable y de las que son para pasear y saborear lentamente, sin prisas. El terremoto de 1755 hizó mucho daño, pero afortunadamente han sabido restaurar y mantener su esencia en la mayoría de lugares.
Nuestra llegada fue pasada por agua... pero aún así fuimos a la Plaza del Comercio que estaba en obras, donde está la Oficina de Turismo y de allí a la vecina Plaza del Municipio que nos recordó a París.
Desde allí decidimos ir hacia la Catedral o Sé. Entramos primero a la iglesia de Nossa Senhora da Conceicáo Velha que tiene una fachada preciosa pero un interior anodino a causa del terremoto. Fuimos a ver también la Casa dos Biscos que es de estilo gótico, pero está tan restaurada que parece artificial... Para llegar a la Sé, nos toca subir las cuestecitas de Lisboa. La catedral parece más un castillo por fuera que una iglesia! Es del siglo XII y está sobre la principal mezquita que había en la ciudad. Fue mandada construir por el primer rey luso, aunque por dentro apenas queda nada y está muy restaurada. La pila bautismal está en una capillita cerrada, y es ahí donde dicen que se bautizo San Antonio de Padua que era lisboeta.
Y tras pasear por la Baixa, vamos al Elevador de Santa Justa, que fue diseñado por un discípulo de Effiel, lo que hace que se dé un aire a la famosa torre de París. Se trata de un ascensor de hierro que sube a la zona de Chiado y que antiguamente funcionaba con máquinas de vapor. Arriba se tienen unas buenas vistas a través del enrejado.
Justo al lado está la Iglesia del antiguo Monasterio do Carmo, que está en ruinas, para que quedé constancia del daño que hizo el terremoto y las nuevas generaciones no olviden... es de estilo gótico y ahora es un museo.
El barrio de Chiado es una zona más residencial y sibarita, en 1988 sufrió un incendio y muchas casas se vieron afectadas, pero lo han restaurado con mucho gusto y lo han dejado casi igual. Paseamos por sus calles, con sus bellas casas de azulejos... en dirección a la Plaza de Luis Camoes que limita con el barrio Alto. Cerca de allí, está la cafetería "A brasileira" famosa por la estatua que tiene en la terraza del escritor Pessoa, y la "Cervejería Trinidade" que es muy bonita también.
Y así dijimos adiós a Chiado, bajando de nuevo en el ascensor de Santa Justa... Fuimos a ver la Estación de Rossio, cuya fachada es preciosa, es de 1887 de estilo neomanuelino por lo que parece más antigua.
Y camino de nuestro hotel, pasamos por la Avenida Liberdade que es la más larga de toda Lisboa y donde se encuentra el Teatro Edén con fachada modernista y reconvertido en un centro comercial. Antes de ir al hotel, paramos en el "A ginjinha", parada que recomendamos a todos los que vayan a Lisboa!!! Es un bar enano donde venden el famoso licor de cerezas... buenísimo!
Una manera perfecta de acabar nuestro primer día en Lisboa.... continuará
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